San Miguel hizo un cambio estratégico dentro de la citrícola hace tres años. La intención del grupo empresarial que cumple 70 años en Tucumán es hacer que el negocio sea sustentable en el largo plazo, indica Pablo Plá, CEO de la compañía. Y la apuesta no es casual, más allá de las crisis que ponen en vilo a una de las actividades que potencia las exportaciones tucumanas. En los próximos cinco años, San Miguel invertirá unos U$S 20 millones para expandir su producción. Plá reafirmó el compromiso de la compañía con la provincia en la que genera unos 2.500 puestos laborales, entre directos e indirectos. “Somos un grupo que estamos pensando siempre en el largo plazo y estamos muy orgullosos del camino recorrido en Tucumán desde 1954, cuando los pioneros plantaron las primeras semillas”, señala el CEO de San Miguel, durante una videollamada con LA GACETA. Plá, un experto en estrategia que, antes de San Miguel, ha encarrilado la situación en cinco grandes compañías, enfatiza ese compromiso, mostrando en una mano la bandera argentina y en la otra, la bandera de Macha, uno de los símbolos de Tucumán. “Conozco la historia de nuestro país y todos sabemos que Tucumán representa la cuna de la independencia y para nosotros es un gran honor estar en este histórico territorio”, indica en la entrevista concedida a nuestro diario.

-¿Qué significa para San Miguel este camino de 70 años de producción en Tucumán?

-Estamos muy contentos y queremos que sean por muchos años más. Es un tiempo suficientemente prolongado y esto es la demostración de que somos un grupo que piensa siempre en el largo plazo.  Hubo muchas oportunidades para dejar la compañía o venderla, pero nunca nos interesó. El grupo inversor que representa a San Miguel (principalmente, las familias Miguens Bemberg y Otero Monsegur, además del holding sudafricano African Pioneer Group, APG) desea estar en los próximos 70 años. Estamos muy orgullosos por el camino recorrido, en el que hemos pasado todo tipo de situaciones que nos tocó vivir en la Argentina. Y siempre hemos logrado encontrarle la vuelta y buscar soluciones para mantener la compañía en una trayectoria de crecimiento de largo plazo, más allá de las distintas situaciones que se nos presentaron.

-¿Cómo está la compañía ahora?

-Tenemos una compañía que procesa 240.000 toneladas de limón en Tucumán, con una capacidad de producción de 270.000 toneladas, es decir que estamos cerca del máximo. Le damos empleo en forma directa a 237 personas y, de forma indirecta, contamos con unos 2.300 colaboradores en toda la cadena productiva, tanto en la cosecha como en la actividad industrial. Mi presencia en Tucumán lleva cuatro años. Para mi es un gran honor estar vinculado con una provincia con tanta historia y siendo responsable de una empresa con trayectoria en la provincia. Lo sentí desde el primer día y en este tiempo tuvimos que hacer un redireccionamiento de la compañía. Es un gran orgullo dejar esta pequeña contribución como CEO de la empresa y así tenga sustentabilidad durante los próximos 70 años. No nos da igual. Esto es muy importante para nosotros, para sostener esos 2.500 puestos y aspiramos a que se duplique. Estamos muy comprometidos con ellos y en sostener la producción de aquellas 240.000 toneladas al año. Nuestro compromiso, además, es con la comunidad, colaborando con las ONG, con las escuelas, a través de “Talentos para la Vida”, una ONG que trabaja en la formación de maestros tanto para escuelas públicas como privadas. Pero también estamos comprometidos con el cuidado del medio ambiente, trabajando junto a la Fundación Pro Yungas. Gran parte de nuestras tierras corresponden a reservas para cuidado de flora y fauna.

-¿Cómo están en materia de inversiones?

-Venimos volcando alrededor de U$S 4,4 millones durante este año en el trabajo continuo de las plantaciones y en otras operaciones. Esto mantiene además la empleabilidad para seguir produciendo. Y tenemos un plan para los próximos cinco años de unos U$S 20 millones. Seguimos trabajando en 2.200 hectáreas propias, de las cuales 450 son de plantaciones nuevas entre uno y tres años; eso requiere inversión continua. Renovamos 150 hectáreas todos los años para conservar las plantas en su plenitud productiva. Es una inversión permanente; tenemos un vivero de 50.000 plantas al año que incluye tecnología de punta con prácticas innovadoras, que provee a productores de la zona. Todo eso forma parte de aquellos U$S 4,4 millones que seguimos invirtiendo por año aquí, por el compromiso de San Miguel con Tucumán.

-¿Cómo se encuentran en el contexto global?

-Somos el principal comprador de fruta de terceros. De pequeños y medianos productos. Compramos 100.000 toneladas de fruta de limón por año que provienen de 35 pequeños y medianos productores de toda la provincia y representan unas 4.000 hectáreas de limón. Nuestra presencia es superactiva, más allá de lo que ocurre con el cambio estratégico que hicimos.

-¿En qué consiste ese cambio estratégico?

-Salimos de la fruta fresca de exportación y nos concentramos al 100% en la industria. El cambio estratégico que hicimos hace tres años fue para darle sustentabilidad de largo plazo a la compañía. Decidimos concentrarnos en constituirnos en líderes mundiales de procesamiento del limón industrial. Eso incluyó lo que dije de salir del negocio de la fruta fresca de exportación. Vendimos la de Perú en 2022 y también las operaciones en Sudáfrica. Salimos de la fruta fresca en la Argentina y en Uruguay. A cambio de eso nos concentramos 100% en la producción industrial. Como detallé antes, en la Argentina sostenemos la producción e invertimos en las plantaciones nuevas. Seguimos comprando 100.000 toneladas en Tucumán, porque en la provincia producimos el 50% de lo que necesitamos en la planta de Famaillá. Por otro lado, abrimos una planta nueva en Paysandú (Uruguay), con capacidad de 100.000 toneladas y otra en Sudáfrica, para otras 100.000 toneladas.

-¿Cómo los encuentra en la coyuntura de sobreoferta que afecta los precios?

-Una empresa de largo plazo, que es el propósito de San Miguel, es lograr un modelo de negocio que sea sustentable en el largo plazo. Y el redireccionamiento que hicimos en 2022 tuvo ese sentido. Afrontamos pérdidas durante esos años, pero para poder construir lo que hoy estamos viendo, una compañía que tiene operaciones en tres países, con el centro de gravedad en Tucumán, y donde estamos para quedarnos en los próximos 70 años. Muchos de los hijos, nietos o sobrinos de nuestros colaboradores van a tener en San Miguel un lugar para desarrollarse y trabajar.

-¿Cómo influye la política económica que instrumenta el actual Gobierno nacional?

-Creo que en la Argentina hay una oportunidad para ir logrando más competitividad, es decir, que el país piense más allá del tipo de cambio, y que seamos más eficientes. Que el Gobierno ponga lo suyo para ayudar a la competitividad de las empresas, que los impuestos y las tasas sean más razonables de lo que tienen nuestros competidores en el mundo. Por otro lado, que las empresas pongan su parte, siendo más productivas e innovadoras con el fin de desarrollarse en los mercados internacionales de una forma más competitiva. Creo en aquello de la complementariedad porque eso hace a la generación de un círculo virtuoso entre grupos de interés, comunidades, empleados y colaboradores. Todos podemos darle más productos de excelencia a nuestros clientes globales, como los frutos que surgen desde Tucumán. En lo que respecta a los productos industrializados, van a venir mejores años para la fruta fresca. Esperamos que Europa facilite las exportaciones argentinas y que suceda lo mismo en Estados Unidos.  Por otro lado, que el costo argentino también siga mejorando, con un Gobierno que baje los impuestos que afectan al sector.